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SIMBOLISMO DEL VITRIOL




“VITRIOL”. Este, es un ACRÓSTICO DERIVADO de la Frase ”Visita Interiora Terras Rectificatur Invenies Ocultum Lapidum” (Visita el interior de nuestra tierra, que rectificando encontrarás la piedra oculta).





La estrella de siete puntas es parte inseparable del VITRIOL acróstico. Las siete serpientes de la alquimia se relacionan con los siete planetas y las siete grandes realizaciones cósmicas.




El acróstico VITRIOL con sus siete letras y sus siete palabras simboliza toda la Gran Obra. Los misterios del Arcano 7 son terriblemente divinos.

Las siete puntas de la gran estrella de la alquimia tienen signaturas sagradas de los siete planetas. Las siete palabras de VITRIOL y el doble circulo de las fuerzas masculinas y femeninas rodea a la Gran Estrella septenaria que resplandece como un SOL en el templo de la Ciencia.

El Sol y la Luna, el fuego y el Agua, el Rey y la Reina, forman parte integral del trabajo de todo pichón alquimista.

El pichón tiene que hacer siete grandes trabajos que culminan en la coronación de la Gran Obra.

En el centro de la Septenaria estrella de la alquimia, aparece grabado el rostro de un venerable anciano según ilustración de VIRIDARIUM CHYMICUM.

Ese rostro tan venerable de la septenaria estrella simboliza al mercurio sófico. (EL ENS SEMINIS).

Aquello que antes estaba encerrado en muchas formas, lo ves ahora incluido en una sola. El comienzo es nuestro viejo y él tiene la llave; el azufre con sal y mercurio dan riqueza. Si no ves nada aquí, no hay razón para que sigas buscando; pues serás ciego, aún en medio de la LUZ.


La Magia Ritual y el poder de lo Sagrado en el Antiguo Egipto



Si ha existido una civilización a la que podemos atribuir una ciencia, una magia, una política y un arte «sagrados», es sin duda el Antiguo Egipto. No cabe duda que esta tierra bañada por el Sol y fecundada por las aguas del Nilo, ha sido especialmente bendecida por los Dioses; unos Dioses cuya presencia subyace inmanente en la Naturaleza y cuya energía ilumina todos los actos de la vida del hombre egipcio. Es por eso que su medicina, su arquitectura, su escultura, su escritura, su literatura, sus leyes y aún sus propias instituciones gubernamentales del estado dirigidas mayormente por sabios, escribas y sacerdotes, son ante todo «sagrados», ya que ultérrimamente cualquier función, cargo o profesión, conforma en esencia una forma de sacerdocio a través del cual el hombre egipcio sirve a la «Regla de Maat», colaborando así con el orden cósmico de la existencia establecido por Ra al inicio de la Creación. Este rasgo singular ha hecho que algunos historiadores generalicen la cuestión afirmando que «todo en Egipto es religión», lo cual es una verdad solo a medias, pues no se trata de Religión en el sentido que damos a esta palabra hoy en día, sino que en relación a Egipto habría que emplear el término latino religare en su más profundo significado etimológico. Entonces podríamos decir que «todo en Egipto posee un vínculo trascendente con lo divino», un vínculo que se renueva periódicamente en los templos a través de sus rituales mágicos, sus ofrendas divinas, sus fiestas sagradas, sus ceremonias de regeneración e incluso por medio de sus trabajos y tareas cotidianas, religando al hombre una y otra vez con aquellos principios cósmicos que hacen posible la generación y regeneración de la vida en todos los planos de la existencia.
Precisamente, este sentido de renovación periódica que re unifica al hombre con la divina fuente original de la existencia es lo que fundamenta en el pensamiento egipcio el sentimiento de lo sagrado, pues todo aquello que acerca al hombre hacia dicha fuente primordial, otorgando a su vida valor, sentido y trascendencia, es «lo sagrado». Mientras que todo aquello que lo aleja de ella, precipitando su vida y su mundo hacia el desgaste, la aniquilación y la nada es «lo profano». Por ello, como muy bien explica el historiador de las religiones Mircea Eliade: «El hombre de las sociedades tradicionales tiene tendencia a vivir lo más posible en lo sagrado. Esta tendencia es comprensible, pues lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva a la realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada quiere decir a la vez realidad, perennidad y eficacia. La oposición sacro-profano se traduce a menudo como una oposición entre real e irreal. Es pues natural, que el hombre religioso desee profundamente ser, participar en la realidad, saturarse de poder»
Esta necesidad de habitar un «mundo sagrado» es sin duda lo que orienta la vida del hombre egipcio y también su muerte y su preexistencia en el «Más Allá» dando una dimensión trascendente a su existencia. Por eso su país, al que ellos llamaban «Ta-meri», que significa «la Tierra Amada», no era sólo un espacio geográfico, sino el espacio sagrado por excelencia, la tierra sagrada bendecida por la presencia de sus Dioses en cuya cercana compañía ellos deseaban vivir y también morir, a fin de poder seguir existiendo eficazmente en el mundo divino del Más Allá. Por eso, como se ve en la obra Sinué el egipcio, ningún habitante de las Dos Tierras quería ser enterrado fuera de las fronteras de Egipto, pues eso suponía morir en un espacio profano habitado por las terribles fuerzas destructivas del Caos, cuyo poder de aniquilación precipitarían su alma o «Ba» en los tenebrosos abismos de la nada, pues como bien señala Hornung: «En este abismo sin fondo viven también los enemigos de los Dioses». Eso explica tambien por qué Egipto está lleno de templos, tumbas y pirámides, pues movidos por el profundo anhelo de vivir «en sagrado», ellos levantaron por doquier bellos monumentos a la divinidad y, al hacerlo, consagraron la tierra que habitaban convirtiendo su espacio vital en una geografía sagrada. Asimismo, al edificar colosales tumbas de piedra los egipcios no rendían culto a la muerte sino a la «Inmortalidad» y por eso llamaron a sus tumbas «moradas de eternidad». 
La Cosmovisión Sagrada: el Cielo, la Tierra y el Mas Allá
Sería difícil entender el valor que tenía en Egipto lo sagrado si no tenemos en cuenta su visión del mundo y el significado que ellos daban a la vida, la muerte y el Más Allá. La cosmovisión egipcia, como la de casi todas las culturas tradicionales, concibe tres mundos o planos de existencia, que son: el Cielo, la Tierra y el Inframundo. El Cielo, metafóricamente identificado con el firmamento estrellado, es el mundo de los Dioses, donde residen tambien los Antepasados reales o Ancestros y los Espíritus Glorificados; es decir, aquellos que han trascendido ya la condición humana alcanzando la inmortalidad divina. La Tierra es el mundo de los «vivos» donde habitan los hombres y las demás criaturas de la Naturaleza desde el nacimiento hasta la muerte. Y el Inframundo o «Más Allá» es el plano intermedio entre la Tierra y el Cielo habitado por las oscuras fuerzas del Caos, las divinidades del «Mundo Inferior» y, temporalmente, por el alma de los difuntos en su largo viaje de tránsito hacia el mundo celeste.
Según la cosmovisión egipcia el hombre es un ser de naturaleza divina nacido de las lágrimas de Ra y por tanto su verdadera patria original está en las estrellas o mundo celeste, junto a sus padres los «Señores de la Eternidad». Así pues para ellos la vida en la Tierra no era algo definitivo, sino una etapa de tránsito en su largo viaje hacia la eternidad, una eficaz escuela de enseñanza que le brindaba al hombre la oportunidad de aprender y ejercitarse en el verdadero arte de vivir conforme a la Maat, la «divina Armonía universal». Un arte cuyos principios se enseñaban en la «Casa de la Vida» de maestro a discípulo, y también en la familia a través de la educación que los padres daban a sus hijos, conformando así una tradición viva y sagrada cuyas enseñanzas, transmitidas tanto oralmente como por escrito, hacían posible el traspaso eficaz de una Sabiduría ancestral acumulada durante siglos, que mostraba de forma simple y directa cómo se podía llegar a alcanzar la verdadera maestría en el «arte de vivir», aprendiendo a superar diariamente los diversos obstáculos y contradicciones que impone al hombre su existencia mortal, orientando permanentemente su conducta en el recto ejercicio del bien y la equidad. De esta forma la vida de los grandes sabios les servía de modelo de inspiración y sus valiosos consejos y enseñanzas -recogidos en los textos sapienciales- trazaban el ideal de un «arte de vivir» en el que la verdad, el respeto, la tolerancia, el bien y la equidad, eran bienes muy deseables que conducían al hombre hacia una existencia plena y feliz, no solo durante su estancia en la tierra, sino tambien en el Más Allá. Por eso el sabio Beky, como tantos otros, dejó grabada en su estela funeraria la siguiente enseñanza: «He conducido con rectitud mi existencia. Yo conozco la alegría cumpliendo la Maat, pues sé que ella es luminosa para quien la practica en la Tierra, desde su nacimiento hasta la muerte. Ella es una sólida protección para quien la pronuncia en el día en que comparece ante la cofradía del tribunal de Osiris. ¡Escuchadme, oh vosotros los que vais a venir a la existencia!: Practicad cada día de vuestra vida la rectitud, pues es un fruto del que nadie se sacia. Atravesaréis así la existencia con alegría en el corazón hasta el momento de dirigiros al hermoso Occidente».
No cabe duda pues, que en el Antiguo Egipto es lo divino y lo eterno lo que ocupa el eje central de su cosmovisión y de su pensamiento; y por eso el pueblo egipcio siente la necesidad de habitar en un mundo sagrado, un mundo real, puro y significativo; santificado por la esencia y la presencia de las «divinas potencias cósmicas». Precisamente, esta sed ontológica de vivir «lo sagrado» es lo que despierta en el hombre egipcio la necesidad de recrear en la tierra un «orden celeste» para poder ritmar su existencia con aquellos principios que rigen la divina armonía universal de Maat. Espacio sagrado y tiempo sagrado trazan así los dos ejes fundamentales que orientan la cosmovisión del Antiguo Egipto, de tal forma que la sacralización del espacio da lugar a la geografía mítica y a la arquitectura sagrada; mientras que la sacralización del tiempo se opera a través del calendario ritual cuya función es instaurar las diversas fiestas, ritos y ceremonias mágicas en virtud de las cuales el tiempo profano se transformaba periódicamente en un tiempo sagrado.
La Magia Ritual y el poder de la «Consagratio».
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿cómo sacralizaban las cosas los antiguos egipcios? Obviamente a través de la magia ritual, pero conviene recordar que la magia era para ellos un atributo divino, especialmente de Ra, que podía tambien ser empleada por los hombres. Personificada por la diosa «Heka», la magia egipcia era una energía divina orientada al servicio de las potencias de la vida y a proteger el «País de las Dos Tierras» del ataque de las oscuras fuerzas del Caos, simbólicamente identificadas por los pueblos enemigos que periódicamente intentaban invadir Egipto -nubios, hicsos, beduinos, asiáticos, etc-. Situada bajo la protección de grandes divinidades mistéricas como Isis o Thot, la magia ritual era pues una ciencia sagrada cuyos misterios eran oficiados en los templos por grandes magos, hierofantes y sacerdotes iniciados, cuyo sumo pontífice era el Faraón o Rey-Sacerdote, que asumía el rol de intermediario entre los Dioses y los hombres.
Asimismo, en los diversos rituales de magia, tanto si eran de inauguración, propiciación, consagración, regeneración o protección, sabemos que ellos empleaban simultáneamente las imágenes y los símbolos junto a ciertos objetos de poder, instrumentos sagrados y herramientas rituales, mientras los sacerdotes lectores o magos-ritualistas pronunciaban las secretas palabras de poder, haciendo venir a la existencia aquellas realidades sutiles que eran invocadas. Y así es como los egipcios sacralizaban su espacio vital haciendo que lo divino se reflejara eficazmente sobre la Tierra, protegiendo su vida y su mundo de las terribles fuerzas del caos. 
Por otro lado vemos que en lengua jeroglífica la palabra «sagrado», se escribe siempre con el signo trilítero dyeser que representa un brazo portando un cetro. Se trata del cetro comúnmente conocido como «sejem», símbolo de poder, fuerza y autoridad, que aparece con frecuencia representado en manos del rey, el visir y los altos cargos sacerdotales en el cumplimiento de sus obligaciones. Esto explica por qué las escenas que muestran el ritual de consagración de un templo, una capilla, un obelisco o una estatua divina, aparece casi siempre el Rey portando en su mano el cetro Sejem, como se observa en la figura de la izquierda, donde vemos al rey Tutmosis III con este cetro consagrando las ofrendas a su padre Amón en el templo de Karnak. Personificación del poder, la fuerza y la autoridad, el cetro Sejem era imprescindible en multitud de ceremonias mágicas ya que simboliza «la energía del espíritu divino»; una energía sutil, potente y luminosa, que, al proyectarse sobre los seres y las cosas, las sacraliza y las hace brillar animadas con el resplandor de lo divino. Precisamente este es el significado del jeroglífico sedyeser (consagrar), pues si lo sagrado es la energía del Espíritu divino, consagrar es el rito por excelencia que permite al hombre infundir esa energía en las realidades terrestres poniéndolas en concordancia con el «orden divino de la Creación».
Pero ¿qué hacía falta para que algo pudiera ser consagrado? Al parecer un requisito indispensable era la «pureza», pues para el pensamiento egipcio es impensable que «lo divino» pueda reflejarse en algo «impuro», de ahí la necesidad de realizar toda una serie de ritos previos de purificación que obligaban tanto a los sacerdotes oficiantes y al lugar donde se celebraba el culto, como a los símbolos, vestiduras y utensilios que debían usarse durante el ritual. Por eso la palabra Wab, que se traduce como «puro», significa también «sacerdote». No cabe duda que en esto los egipcios eran muy rigurosos y exigentes, pues una persona impura quedaba proscrita de los lugares sagrados, incluyendo las capillas adosadas a las tumbas privadas. Las maldiciones de las tumbas iban dirigidas a la impureza más que a los robos. «A todo hombre que entre impuro en esta tumba, lo cogeré por el cuello como un pájaro y será juzgado por ello por el gran Dios», declara Herjuf en la capilla de su tumba en Elefantina. Por otro lado la pureza no sólo era una condición necesaria para poder mantener vivo el vínculo con la divina energía de lo sagrado durante su vida aquí en la tierra, sino también para realizar con éxito el misterioso viaje por el Más Allá y alcanzar, tras el juicio del Alma, la glorificación divina.
Por eso en el Libro de los Muertos vemos que al llegar a la «Sala del Juicio», el difunto exclama: «Llego aquí para dar testimonio de la verdad, con objeto de que la balanza sea establecida… pues nada he hecho que no sea verdadero y justo. Mi pecho es puro, pues lo he lavado. En el lago de Maat he purificado mi espalda y mis entrañas. No hay parte alguna de mi ser que no participe de Maat (la Verdad-Justicia). Yo me he purificado de todos los pecados.» Y más adelante, cuando alcanza el proceso de la glorificación divina, el alma proclama: «Yo soy el Loto Misterioso, esplendor de la pureza. Yo avanzo en medio de los Espíritus santificados hacia las ventanas de la nariz de Ra ¡Mirad! ¡Yo soy puro! ¡Yo llego a los campos de los bienaventurados!.





El SOL y MITRA (La Estrella Oscura)



                                    
Durante muchos años he concordado con Andy Lloyd que la Estrella

Oscura, en el perihelio, adquiere una apariencia alada. De acuerdo a mi investigación, esto también puede ser dicho ara el dios romano Mitra también adornado con una apariencia alada mientras combate a su contraparte el Sol. De modo que con este contexto en la mente ¿es posible decir que Mitra es en verdad nuestra compañía binaria? Pare responder a esta pregunta, veamos abajo:
De su libro Los Misterios de Mitra (The Mysteries of Mithras) ©2005 el autor Payam Nabarz nos dice:
“El nombre Mitra…tiene tres significados en parsi: amor. Sol, y amigo. Posiblemente aquí en el nombre yace la llave a todo el misterio mitraico. La divinidad es vista como el Sol, o la luz solar… Más importantemente, es un amigo alguien que camina con nosotros, lado a lado en amistad. Mitra es el amado, con el cual los magos buscan la unidad.” Pág. 5
La cifra superior es sin duda muy interesante al establecer que los magos querían buscar la unidad con este sol. Sin duda Mitra era “el sol de los magos” al que se refieren los tiempos bíblicos. Lo que es más, Mitra fue elevado a poseer cualidades similares al Sol y por mucho tiempo ellos se hallan en batalla:
The quote above is very interesting indeed stating that the Magi wanted to seek union with this sun. No doubt Mithras was “the sun of the Magi” referred to in biblical times. What is more, Mithras was elevated to have sun-like qualities akin to Sol and long ago they both met in battle:
“La batalla entre Sol y Mitra tiene como resultado que Mitra invada al sol planetario y se convierta en el Sol Invencible. Sol se arrodilla frente a… (Mitra) mientras Mitra coge a la constelación Osa (la Osa Menor) en una mano. Esto enfatiza su poder como un dios estelar, uno que mueve el polo cósmico tanto como para generar la precesión de los equinoccios. Mitra y Sol entonces devienen amigos y estrechan sus manos.” 
Con este pasaje es factible argüir que Mitra (nuestra Compañera Binaria) y el Sol estuvo cerca uno del otro, al menos una vez en el pasado distante del sistema solar, generando un revuelo celestial. Después de la violenta experiencia, Mitra y Sol llegaron a un entendimiento, se puede decir, con Mitra eventualmente continuando en los límites externos del sistema solar.
(Es también interesante notar que Mitra, la Estrella Oscura, se asocia con la constelación Osa Mayor, durante esta ‘observación’, una asociación también sugerida por la interpretación de los versos bíblicos de Zecharia Sirchin, en relación al tránsito en perihelio de Nibiru. Andy)
La descripción de la elípticamente elongada órbita de Mitra puede ser encontrada en este pasaje de la ‘Liturgia de Mitra’:
“Soy una estrella vagando contigo, y brillando más allá de la profundidad.” Papiro mágico griego, aprox. 350 d.C.
Sumando todo, existe suficiente apoyo evidencial en el libro de Payam Nabarz (El Misterio de Mitra) para concluir que Mitra es nuestra binaria compañera enana, una deidad celestial adorada por los antiguos persas y romanos, capaz de traer un nuevo ciclo cósmico y de cerrar el antiguo.
Andy Lloyd escribe: Mitra y el Sol son siempre retratados como entidades aparte en la iconografía mitraica. Sin embargo, esta regla de hierro es rota a menudo, con Mitra identificado con el Sol, a guisa de ‘Sol Invicto’. De modo que. Es bastante responsable suponer que los mitraistas creían sin duda en la existencia de dos soles. Los escolásticos mitraicos que esto no es tan inusual como puede parecer 
El pensamiento platónico incluye la idea de dos soles. El familiar Sol es complementado por un sol adicional ‘hipercósmico’, el cual se localiza en la esfera de las estrellas fijas. Este antiguo entendimiento puede ser una muy simple interpretación de la órbita distante de un ‘Sol’ enano café mucho más allá de la esfera de los planetas conocidos.
Los caldeos tomaron el concepto de un sol hipercósmico de manera totalmente literal. De acuerdo a Juliano, el ‘sol’ viaja “en los cielos sin estrellas más allá de la región de la estrellas fijas” (2). Tal comprensión se refleja en las enseñanzas zoroastrianas, aunque esta conexión puede no ser del todo cierta. Más crucialmente, de acuerdo a Hans Lewy;
"Los caldeos distinguieron entre dos ardientes cuerpos: uno poseía la naturaleza noética y el sol visible. El anterior era mencionado como el conductor del segundo. De acuerdo a Proclus, los caldeos llamaron el ‘mundo solar’ ubicado en la región supramundana ‘luz total’. En otro pasaje, este filósofo afirma que el sol del supramundo era conocido por ellos ‘de tiempo en tiempo’…” (3)
Si Mitra es en verdad la Estrella Oscura, como Greg y yo estamos de acuerdo, entonces esta Deidad persa, adoptada por los romanos, está asociada con un segundo sol, existente en un muy real sentido espacial, más allá del sistema solar conocido. Mitra aparece, nacido de una roca, con una antorcha. Este ‘perihelio’ visible está asociado con el Toro, o la constelación Tauro, en la iconografía mitraica. Esto ubica el perihelio de la Estrella Oscura, como fue comprendida (y quizá vista en la actualidad) en la era greco-romana, con firmeza dentro de Tauro.
Finalmente, aquí hay otra cita inusual atribuible a los magos caldeos, la cual puede también mostrar una conexión entre la aparición visible de la Estrella Oscura, y la constelación de Leo, la cual entonces, con Tauro, nos proporciona dos marcas para el tránsito de perihelio:
"Si lo invocas a menudo [Leo]entonces cuando ya no es más visible ahí la Cámara del Cielo, cuando las Estrellas han perdido su luz, la lámpara de la Luna está velada, la Tierra se halla desguarnecida, y a su alrededor hay dardos de la flama luminosa, entonces todas las cosas aparecerán a ti bajo la forma de un León .


Esoterismo Templario.


¿En qué consistió el esoterismo templario, sobre el que tantas conjeturas se han hecho y tantas adscripciones ocultistas y pseudoiniciáticas se han escrito? Convendría recordar, antes de exponer una conclusión, que la iniciación concierne a una élite espiritual y que existen diversas fases de la iniciación, cada una de ellas con sus grados espirituales correspondientes, de modo que ni siquiera dentro de una organización iniciática todos sus miembros comparten el mismo nivel de conocimiento y la consiguiente asunción efectiva y transformadora en su interior. Ello quiere decir que la inmensa mayoría de los miles de templarios que tuvo la Orden del Temple no fueron ni siquiera iniciados virtuales, y que seguramente ni siquiera lo fueron sus grandes maestres, con alguna excepción posiblemente.

“En el seno de una misma organización –aclara Guénon- puede existir, de alguna manera, una doble jerarquía, y esto más especialmente en el caso en que los jefes aparentes no son conscientes de la unión a un centro espiritual; podrá haber entonces, fuera de la jerarquía visible, otra invisible en la que los miembros, sin desempeñar ninguna función oficial, serán sin embargo quienes asegurarán realmente, por su sola presencia, el lazo de unión efectiva con ese centro. Estos representantes de los centros espirituales, en las organizaciones relativamente exteriores (como lo fue, sin duda alguna, el Temple por ser guardián en Tierra Santa), no tienen por qué darse a conocer como tales, y ellos pueden tomar la apariencia que convenga mejor a la acción de presencia que deben ejercer, aunque sea como simples miembros de la organización si han de jugar un papel fijo y permanente”.

Tal función, relativamente exterior, como guardianes de Tierra Santa, la tuvieron igualmente en Oriente Próximo los ismaelitas nizaríes del Viejo de la Montaña, los famosos “asesinos”, así como los drusos, con los que el Temple estableció algunos tratados de colaboración y a los que combatió en otros momentos.

“A propósito de esto, debemos llamar la atención sobre el hecho de que, incluso si algunas de estas organizaciones, entre las más exteriores, se encontrasen a veces en oposición entre ellas, esto no impediría la unidad de dirección si existiese en realidad, porque la dirección en cuestión está más allá de dicha oposición, y no en el ámbito en donde ésta se afirme. Hay, en suma, algo comparable a los papeles interpretados por diferentes actores en una misma obra de teatro, y que, incluso cuando ellos se oponen, no repercute en la marcha del conjunto: cada organización desempeña el papel para el que está destinada dentro de un plan superior a ella; y esto puede extenderse también en el ámbito exotérico, donde, en tales condiciones, los elementos que luchan unos contra otros no dejan de obedecer, aunque sea inconsciente o involuntariamente, a una dirección única de la que incluso ni se sospeche su existencia”, recalca Guénon.

Es necesario señalar que la enseñanza iniciática tradicional es oral y recurre a los símbolos y a los ritos. No hallaremos, por tanto, textos templarios iniciáticos, e ignoramos plenamente los ritos propios que utilizó esa élite templaria, aunque podemos deducir que, dado que el Temple se creó en un entorno cristiano, sus iniciados participarían en los ritos monacales establecidos en sus reglas canónicas, entre los cuales se encontraban la celebración de los sacramentos (vivificados esotéricamente para tales indiciados debido a la influencia espiritual o baraka en la que estaban inmersos). Asimismo echarían mano de símbolos vinculados a la tradición cristiana, aparte de otros distintos que harían referencia al esoterismo universal, pues no hay que olvidar, como señala Guénon, que toda organización iniciática tiene entre sus objetivos “tomando como punto de apoyo una cierta forma tradicional [en el caso del Temple, el cristianismo], el permitir el paso más allá de esta forma y de elevarse así desde la diversidad hacia la unidad [la Tradición Primordial]”.

Por tanto, cabe colegir que el esoterismo cristiano fue el punto de partida del círculo iniciático de la Orden del Temple, puesto que el exoterismo templario es cristiano y la Orden fue instituida como Milicia de Cristo, como la definiera San Bernardo de Claraval en su Loa a la nueva milicia del Temple. Y es precisamente la figura de San Bernardo (1090-1153) la que hay que considerar, muy especialmente, para intentar desentrañar las características de dicho esoterismo cristiano, para lo cual nos resultará nuevamente fiable la opinión de René Guénon, quien escribió un ensayo monográfico sobre el revitalizador de la Orden del Císter y protector del Temple. Guénon viene a decir, leyendo entre líneas, que San Bernardo fue la mayor autoridad espiritual esotérica cristiana. Fue además árbitro en las disputas entre el Imperio y el Papado, como igualmente desempeñó tal función para dirimir otros roces existentes entre diversos representantes del poder temporal con el Papado, además de los originados internamente en el seno de la Iglesia católica. En el ámbito político “se puede decir que la conducta de Bernardo estuvo siempre determinada por las mismas intenciones: defender el derecho, combatir la injusticia y, quizás por encima de todo, mantener la unidad en el mundo cristiano”, señala Guénon.

En lo que respecta al esoterismo, Guénon destaca su devoción a la Virgen, sus meditaciones sobre el Cantar de los Cantares y la contemplación de las cosas divinas bajo el aspecto del amor (el grito de guerra del Temple era: “¡Vive Dios, Santo Amor!”).

Igualmente, subraya el hecho de que San Bernardo fuese caballero por su linaje, carácter que subordinó al de monje. Asimismo destaca su santidad, además de que sea considerado como el último de los Padres de la Iglesia, “y en quien algunos quieren ver, no sin razón, el prototipo de Galahad, el caballero ideal y sin tacha, el héroe victorioso de la demanda del Santo Grial”.

Respecto a su marianismo, Guénon escribe: “Le gustaba dar a la Santa Virgen el título de Nôtre-Dame (Nuestra Señora), cuyo uso se generalizó en esta época y, sin duda, en gran parte gracias a su influencia. Bernardo era, como se ha dicho, un verdadero “caballero de María” y la miraba como a su “dama”, en el sentido caballeresco del término”. Cabe reseñar, al respecto, la gran devoción mariana existente en el Temple y la declaración de un templario respecto a que María era la razón de ser de la Orden.

Por nuestra parte queremos llamar la atención sobre el respeto que tenía San Bernardo por San Pablo –que se había formado en círculos gnósticos judíos y griegos-, al que calificaba como apóstol y de quien decía que su sabiduría era “no-humana” (suponemos que la adquirió en el rapto al “tercer cielo”, donde se encontró con Cristo). El “Doctor Melifluo”, San Bernardo, cita constantemente a San Pablo, y muy significativamente al inicio del primer sermón de sus comentarios al Cantar de los Cantares:

“A vosotros, hermanos, deben exponerse otras cosas que a los mundanos, o al menos, de distinta manera. A ellos debe ofrecérseles leche y no comida, el que en su magisterio quiera atenerse al modelo del Apóstol. Pero también enseña con su ejemplo a presentar alimentos más sólidos para los espirituales, cuando dice: ‘Hablamos no con el lenguaje del saber humano, sino con el que enseña el Espíritu, explicando temas espirituales a los hombres de espíritu’. E igualmente: ‘Con los perfectos exponemos un saber escondido’, como pienso que ya sois vosotros sin duda. A no ser que os hayáis entregado en vano durante tanto tiempo a la búsqueda de las cosas espirituales, dominando vuestros sentidos y meditando día y noche la ley de Dios. Abrid la boca no para beber leche, sino para masticar pan. Salomón nos ofrece un pan magnífico y muy sabroso por cierto: me refiero al libro titulado “Cantar de los Cantares”. Si os place, pongámoslo sobre la mesa y partámoslo’”.

El esoterismo cristiano medieval bebía igualmente de las obras neoplatónicas cristianas de Dionisio Areopagita, los textos atribuidos a San Juan (Evangelio y Apocalipsis), así como del hermetismo; esoterismo este último que, a través de los sabeos de Harran –secta gnóstica que existía en los primeros siglos del Islam-, fue trasladado por el islam a Occidente, especialmente, teniendo como puente a Al Ándalus. Igualmente habría que añadir una tradición céltica cristianizada a través de los culdeos, puesta de manifiesto, por ejemplo, en una serie de romances gliálicos. Por otro lado, no es extraño que conocieran en Palestina, u otros lugares, algunos de los evangelios apócrifos y gnósticos, de los que sabrían distinguir y separar el grano de la paja, lo realmente esotérico-ortodoxo de lo pseudoesotérico-heterodoxo.

Ahora bien, el círculo iniciático templario mantuvo contactos con algunos representantes cualificados del esoterismo nizarí de los chiíes septimanos del Viejo de la Montaña, cuyo centro espiritual fue Alamut, de quienes probablemente tomaron algunos elementos exotéricos (vestimenta, por ejemplo) y de organización jerárquica interior para adaptarlos al uso cristiano. (Véase capítulo XIII: “Los templarios y la secta de los asesinos”). Luis A. Vittor indica que el ismailismo “tiene una doctrina que es en muchos aspectos receptora de la tradición de los sabeos de Harran (quienes no deben confundirse con los sabeanos o mandeanos del sur de Irak y Persia), que, como se sabe, fueron depositarios de las doctrinas hermética y neopitagórica, las cuales combinan con elementos de la taumaturgia y la gnosis hindúes”. Asimismo, añadiremos que los ismailitas nizaríes apreciaban el platonismo y el neoplatonismo, y recogieron lo que quedaba de la tradición iraní.

Por otra parte, los esoteristas templarios debieron de tener en sus manos los cincuenta y dos tomos de las exotéricas y esotéricas Epístolas o Enciclopedia del grupo iniciático ismailí del siglo X, denominado Hermanos de la Sinceridad o de la pureza, enciclopedia que difundió Maslama Al Majriti (el Madrileño) en al Ándalus hacia 1065, y que, como destaqué en Esoterismo templario, incluyó especialmente en las cofradías de constructores de origen musulmán, tan presentes en el románico español –algunos drusos pasarían a formar parte de las cofradías protegidas por el Temple, por cierto-.

No es probable que el esoterismo judío, la Kabbalah, ejerciera una influencia en el Temple, en contra de lo manifestado por diversos autores, entre ellos, Juan García Atienza. Ello se debe a una cuestión cronológica, puesto que la Kabbalah resurge en la Edad Media casi en el último tercio del siglo XIII, arrancando con el Zohar, escrito, como se ha dicho, en torno a 1270 en Guadalajara. Esta vivificación del esoterismo judío surgió, tal y como reconoce incluso el místico judío Gerschom Scholem (1897-1982), debido a la influencia de la Ciencia de las Letras (Ilmul Huruf) del esotermismo islámico, tan presente, asimismo, en las Rasail Ifwan As Safa (Epístolas de los Hermanos de la Sinceridad).

Por tanto, a falta de documentos iniciáticos templarios, será necesario convenir que el esoterismo templario hay que enmarcarlo en las tradiciones que se han expuesto y tratar de localizar su huella en los símbolos templarios y en la iconología de aquellas iglesias y encomiendas que, sin el menor margen de duda, hayan sido construidas bajo el auspicio directo de la Orden del Temple.


Los dos soles 




Zecharia Sitchin ha descrito las ceremonias realizadas por los sacerdotes mesopotámicos durante el adviento de Nibiru en los cielos. Los textos acadios que cita señalan la presencia simultánea de ‘los discos Solares’ y los ‘postes brillantes y espléndidos’ (10). Evidentemente estas referencias hacen alusión a los discos del Sol y de la enana café Nibiru en su estado de excitación al perihelio, mientras los postes brillantes parecen significar la curvada línea de lunas que acompañan a Nibiru. Durante la ceremonia 7 de los Anunnakis se formaban delante de este espectáculo celeste: “Anu llegaba entonces al salón acompañado de dioses en procesión. Subía al Gran Trono de la sala Akiku, y tomaba asiento de frente al Sol naciente. Entonces se le unía Enlil, que se sentaba a la derecha de Anu, y Enki, a su izquierda, Antu, Nannar/Sin, e Innana/Ishtar luego se colocaban detrás del sentado Anu.”

A pesar de las normales asociaciones de Nannar/Sin con la Luna e Innana/Ishtar con Venus, la inclusión de Anu y Antu como planetas por derecho propio (apareciendo en la constelación Wagon) señala que esta ceremonia tiene una connotación inusual. Sospecho que, en esta ceremonia al menos, estos dioses son representativos de las 7 lunas en la presencia de la estrella oscura Nibiru. El ‘planeta del Gran Anu del Cielo’ sería presumiblemente el mundohogar de los Anunnakis. Su consorte Antu genera un par celeste. El resto de los dioses eleva el total a 7. Esto es lo que estamos viendo en las otras imágenes que grafican a Nibiru y sus satélites acompañantes. Está emergiendo un patrón.


La masonería y su renovación

     Nos encontramos transitando un nuevo año y  nos surge alguna que otra reflexión veraniega

para los del hemisferio sur, entre el calor y la humedad no dejo de pensar en las acciones de una nueva masonería o mejor dicho las que tendría que hacer la masonería en este año, un año cargado de oportunidades y desafíos para los masones que queremos  desarrugar  del paso de los años y muchas veces de esfuerzos improductivos y que es peor ninguno realizado para lograr cambios verdaderamente en el entorno en que vivimos.
La masonería se encuentra en una etapa más de alabanza del mito y de glorias pasadas que enfocada a renovar su espíritu de cambio antes los aconteceres sociales que surgen cada día. Por ellos se ha transformado en una masonería cómoda, sin cuestionamientos y en muchos casos persecutoria de aquellos que quieren una masonería activa acorde a los tiempos y con apertura a la sociedad, la mujer y nuevas ideas que arrojen luz dentro y fuera de los talleres, se transformo en los últimos años en un conjunto de personas que muchos solo van a reunirse para comer y beber en los ágapes pero lejos de la actividad iluminadora que tiene que ser la orden hoy en día, eso sí muchos se dedican a cuestionar a los que procuran  nuevas metas y siembran sociedades o logias mixtas  o de mujeres, y se rasgan las vestiduras defendiendo ritos de hace un siglo atrás o más, como si la sociedad no evolucionara, muchas veces somos muchos más dogmáticos que las sociedades religiosas.
En algunos catecismos se lee que el masón tiene la libertad de opinar, expresar sus ideas en las logias, etc. Y en otros puntos  contradiciendo todo eso se sujeta al miembro para que no se explaye en las ideas y no cuestione o no proponga nuevas avanzadas dentro de los cuadros de logia… también nos encontramos con criticas furibunda de hermanos hacia otros  que porque piensan “muy liberal” o “sabe demasiado para su grado” etc.  Comienza un complot para sacarlo del medio, mientras deliberan las formas y métodos para desgajar a ese hermano de la logia  mientras  comiendo en un bar están pergeñando planes estratégicos como ponerle palos en la rueda.
También se dicen que en Argentina y seguramente en otros Países de América Latina, muchos presidentes y ministros fueron masones… algunos como están vivos no se los pueden nombrar pero ¡uffffffffffffffffffffff que daño le han hecho a la masonería muchos de esos hombres!! En vez de lograr un cambio o ser luz a las generaciones, se  embarraron en el mismo lodo en que otros políticos ajeno a los ideales masónicos se encontraron, cayendo en la corrupción, en la ineficacia política, en una conducción desastrosa de los países y llevándolos al atraso y el endeudamiento… a veces pienso que mejor que los masones no ingresen la política partidaria porque el desastre que hicieron fueron enormes. Si es sabido de otros  que fueron  presidentes, ministros que realmente actuaron muy bien en el campo político, se vio en México por ejemplo con Benito Juárez, un gran símbolo de la masonería mexicana en acción.
Otro tema es cuando se acusan mutuamente de “irregulares”  es algo que hoy en el siglo XXI ya no podemos tolerar que  solo se crean regulares un puñado de hermanos que  están sometidos a una tradición de algún oriente  que con cuatro tipos  tomaron decisiones quien o quienes no son regulares y quien son  sus  adeptos…  como si los demás no fueran masones o masones de segunda , como si su trabajo se fuera tan válido como los demás,  a la hora de socorrer un hermano en  peligro o en necesidad no debemos preguntar si es o no regular, eso faltaría al juramento de asistir a nuestros hermanos, creo que es momento de cambiar de mentalidad y reconocernos todos como hermanos sin  tanto prejuicio a que oriente pertenece  o a que logia si es masculina, femenina o mixta trabajar todos juntos para el bien de la humanidad.  Os invito a  ver la nota sobre este tema  del excelente blog  de los hermanos  masones de Córdoba- República Argentina- http://hermanostrespuntos.blogspot.com.ar/2012/11/damtyl-declaracion-de-argentina-para-la.html
Pero hermanos es tiempo de mudar ciertas acciones y visiones que nos permitan  ser verdaderas piedras vivías en la sociedad, ser luz en la oscuridad de la ignorancia y los tiempos  que corren, por ello el masón tiene que ser bien formado en muchos saberes que permitan accionar adecuadamente en la piedra bruta de la sociedad.
Por una masonería más universalista y sin discriminación de ritos o regularidades, con una verdadera  fraternidad, igualdad y libertad. 

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